El Plan Fénix, una de las principales promesas de campaña de Daniel Noboa en Ecuador, se ha convertido en un misterio envuelto en críticas y escepticismo. Presentado como una estrategia integral para combatir la violencia, este plan nunca ha sido detallado públicamente, lo que ha generado dudas sobre su existencia real. Expertos en seguridad como Daniel Pontón y Diego Pérez coinciden en que el Plan Fénix es más una etiqueta propagandística que una política pública concreta. Señalan que la falta de transparencia impide la evaluación efectiva de sus resultados y lo califican como un “spot de televisión” utilizado para justificar acciones gubernamentales, sin una estrategia clara o medidas tangibles que sustenten su eficacia en la lucha contra el crimen.

A pesar de las cifras presentadas por el gobierno y algunos logros como la reducción de homicidios, los especialistas advierten que estas medidas pueden ser insostenibles a largo plazo si no se aborda el problema de manera estructural. El enfoque en operativos policiales y militares, junto con el aumento de la represión, ha generado preocupaciones sobre posibles abusos de derechos humanos. Además, la persistencia de la delincuencia común, la minería ilegal, y otros delitos ponen en duda la verdadera efectividad del Plan Fénix. Según los expertos, Ecuador necesita políticas de seguridad más profundas y coherentes que vayan más allá de la retórica gubernamental y aborden las raíces de la inseguridad en el país.