En su reciente Informe a la Nación, el Gobierno optó por presentar datos cuestionables sobre sus promesas incumplidas, en un intento desesperado por ganar el favor del pueblo. La asambleísta Viviana Veloz ha señalado que este informe no fue una rendición de cuentas, sino el claro inicio de la campaña hacia la reelección del presidente. Esta estrategia no solo socava la confianza en nuestras instituciones democráticas, sino que también devalúa el valor de la palabra presidencial. En lugar de ofrecer una evaluación transparente y honesta de su gestión, el presidente optó por maquillar la realidad con cifras dudosas y promesas vacías.

Lo que debería haber sido una oportunidad para rendir cuentas y mostrar avances concretos se convirtió en un espectáculo político enfocado en asegurar un segundo mandato. A pesar de los esfuerzos por presentarse como un líder efectivo, la falta de logros reales en estos seis meses de gobierno es evidente. La ciudadanía merece una gestión que priorice el bienestar común y la verdad, no una administración que anteponga sus ambiciones políticas a las necesidades del país. Esta situación plantea serias dudas sobre el futuro de nuestra democracia y la capacidad del actual gobierno para cumplir con sus compromisos.